«La revolución exquisita» de Ignacio Vleming

La revolución exquisita, Ignacio Vleming (La Bella Varsovia, 2022)

Solo se escucha el barro bajo la marcha anónima de unas botas militares, salpicadas de flores de cerezo en caída delicada.

Una imagen de Caballos desbocados de Yukio Mishima. O puede que del film de Paul Schrader sobre la controvertida vida y obra del autor japonés. No lo recuerdo. Pero lo que sí sé con certeza es que hay algo en las páginas de La revolución exquisita de Ignacio Vleming que me urge a volver allí.

Es posible que en la revolución que nos propone Ignacio sobren los uniformes y la disciplina marcial. Quizás tengamos que ceñirnos de satén en el salón principal de los Colonna, observando la larga narrativa de la humanidad de manera simultánea e impertérrita. Contemplarla como una ópera, un espectáculo grandioso que, sin embargo, siempre acaba por desvanecerse. La revolución exquisita es el libreto, confeccionado con poemas, en el que la historia, la ciencia y otros cimientos de la civilización no son más que cuentos que nos repetimos según el momento.

Dice Paul Ricouer que la historia trata sobre algo que no es, que ya no existe en el mundo que nos rodea (el pasado), acomodándose peligrosamente cerca de la ficción literaria. Desde esta perspectiva, la propuesta de Ignacio nos fascina: rasgar las vestiduras de la humanidad desde el lenguaje poético. Porque no podía hacerse de otro modo, había que dar un rodeo, tomar distancia. La poesía como el salón de los Colonna, un palco ajeno al paso de los siglos.

¿Es una obra revolucionaria o contrarrevolucionaria? No es ni el barro ni las botas, tampoco las flores de cerezo. Es la sutil tensión que se desvela entre ambas. Es una invitación a rendir culto a esa Belleza (con mayúsculas) que deslumbra y permanece al retirar el velo de la historia. Una belleza a la que, como nos dice Ignacio, hay que acercarse como quien se acerca a la divinidad.

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